En 1978, el alemán Hans Hundegger fundó su propia empresa enfocada en la construcción de máquinas para aserraderos. Seis años después, construyó el primer centro de mecanizados del mundo controlado por una computadora. Un par de años después, logró finalmente transmitir datos de un sistema CAD a un centro de mecanizado. Desde ese entonces, la optimización de resultados ha sido su mayor búsqueda.
Del mecanizado convencional al MAV
Desde la llegada del mecanizado de alta velocidad, las cosas han dado un vuelco que nos permite soñar con materiales y aleaciones mecanizados a velocidades nunca antes vistas.
Entre las muchas ventajas que encontramos, el hecho de poder mecanizar (dependiendo del material) a velocidades 5, y hasta 10 veces mayores, suponen un tremendo avance en conjunto con la chance de mecanizar paredes delgadas (0,2mm). Además, el MAV conlleva mayor precisión en los contornos, mejor calidad superficial, reducción del tiempo de pulido, y entre tantas ventajas, dos de ellas se estiman como las más prometedoras: reducción de costos y prolongación de la vida de la herramienta.
Es importante destacar, que el MAV nos permite mecanizar además aceros duros (mayores a 50 Hrc) como si fuese un mecanizado en caliente.
Un mecanizado óptimo
Es de suma importancia tener en cuenta que el mecanizado de alta velocidad no se refiere estrictamente a grandes velocidades de husillo. Algunas acciones se seguirán realizando a velocidades normales (3000-6000 rpm) y con herramientas de diámetros conocidos (25-30 mm).
La relación entre el material, la máquina y la herramienta, será nuestro indicador principal para suponer los parámetros de corte y los volúmenes que podemos manejar.
Si bien aún no estamos ante la posibilidad de mecanizado óptimo, el MAV nos pone un paso más cerca de llegar a lo que no parece ser un futuro no muy lejano.
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