La fabricación aditiva es un método de elaboración de piezas industriales que sigue los mismos principios de la impresión 3D, y que será puesto en práctica por General Electric en la elaboración de una boquilla de combustible para un nuevo motor de aeronave.
El sistema no emplea técnicas tradicionales como el soldado o la fundición, sino que se basa en la adición de delgadísimas capas de material una a una. El prototipo se diseña en un ordenador y luego, mediante un rayo laser, la impresora 3D va uniendo cada una de las láminas hasta terminar la pieza. El cambio no es de poca monta, si tenemos en cuenta que general Electric es el mayor proveedor mundial de motores de reacción.
Este proceso es una muestra clara de automatización industrial en la manufactura de piezas de alta tecnología, y es la primera vez que se emplea la tecnología de impresión 3D en la elaboración de un componente usado a gran escala. Hasta ahora las experiencias en este campo se habían limitado a productos especializados como implantes médicos.
Sus ventajas, según lo han podido comprobar los ingenieros de General Electric, están relacionadas con un menor desperdicio de materiales y una mayor eficiencia en la producción, pues las máquinas pueden funcionar durante las 24 horas del día. Adicionalmente, como el diseño se hace en un ordenador no existen límites en cuanto a las formas que se pueden crear.
Por último, es posible crear piezas que en una parte tengan una aleación de metales y en otra una diferente, como por ejemplo una hélice que en un extremo sea más resistente al calor y en otro para la fuerza.